Quesos Cerrón nace en Fuente-Álamo (Albacete), en 1987, cuando Juana García y Juan José comienzan a elaborar queso fresco de cabra en el sótano de su casa con la leche procedente de la ganadería familiar. Impulsados por el amor al campo y la preocupación por la despoblación rural, apuestan por recuperar el saber hacer tradicional y darle valor a un producto entonces poco reconocido: la leche de cabra.
Es Natividad, la madre de Juanjo, quien comienza a explicar a Juani los métodos tradicionales de elaboración quesera. Les transmite los secretos del queso fresco tradicional. Desde entonces, el proceso se mantiene intacto: ordeño al amanecer, leche fresca y elaboración artesanal en el mismo día.
“La fermentación es la vía que los hombres tenemos para descubrir la melodía secreta de los alimentos”, dice Juani. En cada queso, el entorno, la estación del año y la alimentación del rebaño dejan su huella. No estandarizamos, respetamos la personalidad de cada leche. Afinamos con paciencia, lavamos cortezas con aceite de oliva propio y dejamos que el tiempo haga su magia.
Desde el inicio, Quesos Cerrón abrazó una filosofía ecológica y responsable. Hoy cultivamos nuestra propia tierra para alimentar al ganado, compostamos los residuos y avanzamos hacia la autosuficiencia energética. Creemos que la sostenibilidad no es una opción, sino una herencia que proteger. Nuestra forma de trabajar y producción es biodinámica, un paso más allá de la producción ecológica.
Detrás de cada queso hay una familia que lleva generaciones cultivando raíces, no solo productos. En Quesos Cerrón trabajamos codo a codo: una hermana y dos hermanos que, junto a nuestros padres, compartimos no solo tareas, sino una visión común. Esta no es solo una empresa, es un hogar que se expresa a través de lo que fermenta, madura y se transforma cada día.
Creemos en una forma de trabajar que prioriza a las personas por encima de las máquinas. Conocemos el nombre de cada cabra, afinamos cada queso a mano, y cada decisión la tomamos pensando en el legado que queremos dejar. Nuestra familia se ha criado entre ordeños, fermentaciones y conversaciones alrededor del queso. Y eso se nota en el resultado.
Nuestra meta no es crecer sin límites, sino crecer con sentido: ofreciendo empleo digno en nuestro pueblo, colaborando con ganaderos vecinos, y aportando valor al territorio. Elaboramos con cariño para quienes valoran el sabor real, la procedencia clara y el respeto por lo que nos rodea.
En cada pieza hay algo más que técnica: hay memoria, sabiduria y un compromiso que no caduca.